Ya hemos puesto en marcha el plan que cambiará el curso evolutivo de la humanidad —dijo Melchor en el concilio de los antiguos sabios, que sabían de antemano que aquel era una proyección holográfica de un ser extraterrestre que adoptaba forma humana—. Todas las realidades posibles y sus consecuencias fueron estudiadas en los diferentes planos del universo —continuó—. Y llegamos a la conclusión de que ésta es la única forma posible de impulsar este mundo al mejor de los futuros por su propio esfuerzo.
—Eso es así. Nosotros mismos junto a un terrícola empezaremos el peregrinaje hacía el mito divino que iluminará los corazones de la humanidad —dijo el joven Gaspar, con una mirada seráfica. Él también era un habitante de otra estrella, que adoptaba un cuerpo humano, gestado exclusivamente para él.
Así pasaron las horas en aquel grupo de conspiradores; trabajadores del equilibrio universal al que pertenecía Baltasar: humano de raza negra que le había sido conferido el nombre sagrado de Serakin. Este sería el sabio humano elegido para la misión.
—¿Ya activaste la estrella? — preguntó Baltasar a un súbdito extraterrestre.
—Sí maestro, la nave ya empezará a surcar el cielo terrestre la noche del sábado.
—¡Perfecto!, el rumor y la profecía fueron propagados entre los pueblos.
—El drama cósmico del viacrucis será insertado en la consciencia del niño desde la nave, eso atraerá hacía él su destino y con ello el cambio de curso de la humanidad —irrumpió Gaspar.
Desde allí los tres reyes magos iniciaron el viaje que construyó la más noble leyenda; siguiendo una estrella que cambiaría el destino de todo un planeta, al posar su luz sobre Belén.
Morgan Vicconius Zariah
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