Viste mi boca con tus besos resfriados, hazlo, aun si tus viejos hábitos, prohíben el olor de mi cuerpo.
No niegues a tu aliento respirar, en el vuelo de mi pájaro herido, ni evites a tus ojos contemplar, el fuego de una noche encendida.
Corre a apagar el incendio que tus palabras... iniciaron.
Y sofoca, mi lengua en la humedad de esos rincones que tienen, las playas de tu encuentro.
Viste la madrugada con los colores de mi paleta y dibuja en tu pecho esas aves que en tu cuerpo, aprendieron volar hasta más del universo.
Felipe Sánchez Gonzáles -Perú-
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