Junto al rincón de los gritos
brota un nido de serpientes
condenadas a la estúpida miseria
de tener
y creer que sólo eso les alcanza
para ser.
Va cayendo entre lo cerros
toda el agua ennegrecida
como lágrima embarrada de codicia
porque algunos compran todo
(hasta lo que no se vende)
roban todo
todo dañan
y no dejan ni los pastos
de un oasis
que nunca supo de dueños
y fue techo
y fue guarida
entre la piedra tallada.
Ayer cubrió la jarilla los médanos infinitos
señalando el horizonte
y el camino.
Hoy no queda ni la huella del antiguo
sepultada bajo un suelo
de mampostería alquilada
que también
es pasajero.
SILVANA CALVÍN (Mendoza)
Publicado en Los puños de la paloma
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