Miradas, sonrisas, coqueteos, suspiros…
Era el trasegar diario de los dos.
De pronto, la vida
Nos invitó a rumbear.
Allí en la zona rosa,
En medio de pregoneros, luces
Algarabías… llegamos a LA NOCHE.
La cómplice oscuridad acompañada
De neones titilantes,
Espejos, sombras, licores,
Sones caribeños primaverales
La salsa, cumbias, chachachás, bachatas…
Nos embrujaron de colores y sabores
Que presagiaban loco enamoramiento
Su sonrisa de encantos misteriosos
Me contagiaba el alma de alegrías.
Nuestras auras se abrazaron,
Llevando nuestros pies rítmicos
Sin huellas frenéticas,
Acoplamos movimientos irrepetibles
De caderas, manos, piel y risas.
En un solo cuerpo
Nos embriagamos de giros,
Compases eternos de bellezas
Coreográficas de corocoras
De amaneceres llaneros.
Volamos sobre tambores afro caribeños
Olvidamos ansiedades, amarguras programadas
Acercamos nuestros ojos y
Al compás de nuestros cuerpos,
Gritamos en silencio ¡TE QUIERO!
Nuestros giros continuos
De elegantes desplazamientos
Se movían como planetas,
En busca de la estrella galáctica
Su vestido rojo, su melena al aire,
Se movían como maracas
Que rompían bongos alegres y graciosos
De invitaciones seductoras,
Haciendo carnavales de erotismos…
Sudores con perfumes de trigo maduro
Manos de rosas enamoradas
Sincronías de mariposas emigrantes
Esa noche fuimos niche y siboney
Nos lucimos de ritmos y alegrías
Besos, carne y piel en la NOCHE
En la noche de las calles rosas.
Álvaro Álvarez Rojas (Aprendiz de poeta) -Colombia-
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