era por la mañana:
esperaba impaciente mi turno
en la carnicería,
cuando miré a aquel bicho
colgado de unos ganchos
bocabajo,
sus ojos cegados de muerte
y de terror
y sentí que era yo;
mi vida entera allí, exhibida
en canal,
colgando tragicómicamente
de unos siniestros ganchos
pude haberles gritado que era
yo,
pude haberles montado
el numerito circense del
poeta
pero ¿quién es poeta?
pero ¿qué es poeta?
y ¿qué sabe el poeta?
yo solo sé lo que vi allí colgando
una mañana,
mientras guardaba cola
en la carnicería,
doblando de impaciencia
entre mis dedos
el diminuto ticket con
su número.
PABLO G. BAO -Palma de Mallorca-
Publicado por Antonio García Martínez en la revista Estrellas Poéticas 52
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