La última novela de José Luis Muñoz es un curioso ejemplo de literatura fantástica con notas de humor surreal y terror. Narrada en forma de diario, La invasión de los fotofóbicos (Atanor Ediciones, 2013) es la historia de un escritor catalán exiliado en Granada, Abimael Koczinsky, que ha de lidiar con una plaga de insectos irreductibles e invasores con los que se obsesiona hasta perder la razón. Muñoz, que no había vuelto al género fantástico desde sus novelas Serás gaviota, Los ojos ajenos y El Barroco, rinde un homenaje a Kafka (el apellido del protagonista también empieza por K y los pequeños monstruos que alteran su vida diaria tienen mucho que ver con La metamorfosis) y a Cortázar (el terror y lo fantástico que emanan de lo cotidiano). Toda novela tiene rasgos autobiográficos, dice el autor, pero ésta más. Fue escrita como exorcismo, para liberarme del pánico real que me producen algunos insectos, o los insectos en general, con los que es absolutamente imposible establecer lazos de comunicación. La novela me ilusiona, además, porque es la primera que publico con ilustraciones, que son magníficas y acompañan perfectamente al texto.
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