L es una librería estrecha, pequeñita, con anaqueles muy bien amueblados y libros coquetos, bonitos y relucientes.
I es amplia, ancha, ocupa con su vitalidad todo los resquicios vitales, sus estanterías semivacías a veces, golpean la vista hueco a hueco. Se está bien en ella.
B es una librería en dónde todos los libros te susurran bajito, al oído. No sabes reprimir tus ansias de tocar su caoba, sus curvas, pero te comportas, reprimes, constriñes y cohibes porque es la librería de tus sueños.
R es ostentosa, tiene tres plantas y sus libros son bestsellers brillantes por fuera, vacíos por dentro.
E tiene todo lo que cualquier buen lector desea. Es funcional, amable, sus muchos anaqueles invitan a quedarte y siempre contarás con ella con cualquier excusa.
R da confianza. Nada más abrir sus puertas la luz emana de ella como el mejor de los mejores libros de autoayuda.
I está muy bien dotada. En un principio el fulgor que destila hace desconfiar y retroceder. Nunca llegas a imaginar la bondad y la vida que desprende a cada roce de su piel.
A es la librería de toda la vida. Juntos como hermanos entonando una misma canción. Todo es sabido y todo inmejorable. Sus libros están vivos, son muy sabios y su pasión es redondeada de tanto roce.
S me da todo lo que pido y no deja nada a la imaginación, aún así sus repisas tiemblan si no me ven llegar.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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