Rodamos como astros,
y una lluvia de estrellas
cruza nuestro horizonte.
Ya la carne asume su materia,
y palpo tus contornos
y me aferro a tu espalda
y sorbo tu saliva
mientras crece la llama,
y una marea me sube por los muslos
desatando oleajes.
Mi centro disociado de mi centro
gira en torno a tu eje...
y espumas desbordadas
se
pre
ci
pi
tan
en la cueva de lo eterno.
Carmen Aguirre
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