En la Boca del Asno
Que recorre el río Eresma afluente del
Adaja
Dentro del monte Pinar
Precioso paraje en Valsaín
Que se encuentra al finalizar
Las Siete Revueltas
Bajando hacia Segovia
Desde el puerto de Navacerrada
Me encuentro con El Amante de Lady Chaterley
Ternerón que se enternece fácilmente
Medianero que tenía medianas conveniencias
No sobresaliendo de lo vulgar
A pesar de distinguirse
Por la superioridad de sus condiciones físicas
Guardabosque del Palacio de Riofrío
Grosero y licencioso
Como los mozos de Huete
En tierra de Cuenca
Cuando marchan tras el toro de Guisando
En la localidad abulense de El Tiemblo
Y en su cerro
Donde encontraron yaciendo
Al rey Enrique IV de Castilla
Con su hermana Isabel I
Y le digo: “Dios te guarde, hombre”
Y voy, le cojo y le capo
Porque me ha enseñado una foto, esta
Donde se le ve a él
En una haza de tetas
Que está entre la cabecera y la hondonada
De la hermosa Geografía de la Lady
Como un mialmas
En su diezmillonésima parte
Del cuadrante del meridiano terrestre
Que pasa por Barcelona y Dunquerque
Trazando esa línea
En el crucero más angosto y bello
De la forma o molde del pecho
Que deja el espacio blanco o canalillo
De los márgenes interiores
Del seno emparedado cual manjar
Cual mediastino del espacio que media
Entre las dos pleuras
De un triángulo carnal
Con el punto medio del lado opuesto
Media media, Media corta, Mediana
O línea donde se pone el pitón divisorio
De un término medianero
De prominencia carnosa perforada interiormente
Que constituye lo más saliente de los pechos o
tetas
Con la medida en la mano
Calculando el largo del Amor
En cada uno de los órganos glandulosos
Que en número par tienen las hembras
Para lactar a sus crías
Y aplacer a sus machos
A través de los pequeños resaltes
Que como proyectiles ojivales
Se descargan por la boca
Y que durante el discurso de la confesión
Y al final de ella
El confesor nos preguntaba muchas veces
Para tener memoria
Qué fruta era aquella que habíamos comido
Y porque yo me siento como Terprando
Músico y poeta griego
A quien se le atribuye
El haber agregado tres cuerdas a la lira
Que antes de él sólo tenía cuatro
Notando el guardabosque la misma malicia en
mis ojos
Por si era con otro fin
El haber sido capado.
Daniel de Cullá
Publicado en la revista LetrasTRL 55
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