(Relato cortísimo galardonado con el Primer Premio en el I Certamen de Relatos Cristales Rotos)
Antes que decidas para siempre que mis manos llenas vacíen tu vida, que no quede nada en donde hubo tanto, que los buenos momentos se entierren allí, donde habita el olvido.
Antes que deje dos palabras, perdidas, abandonadas para siempre, incinerándose en la boca que tanto las dijo.
Déjame, mi vida, que en estos momentos me vuelva necesariamente triste.
Antes que el amor se pare, me mire de reojo y siga su camino, que me de la vuelta, me muera de celos y no sepa morir sin ti. Déjame que siga contando una historia que pudo haber sido.
Antes que descubra si fui capaz de robarte mil risas, si te hice feliz y si te dejé llorar cuando llorar te hizo falta.
Antes que cambies mis brazos por esos otros brazos que no te querrán -seguro- ni la mitad que los míos.
Déjame pensar en silencio que ya nada será lo mismo.
Antes que tu corazón me apuñale por la espalda, antes que las nubes negras mojen con su risa mi risa frustrada, que haga pedazos los motivos que dicen , que dices, que callo; que se me pare el tiempo creyendo que el tiempo se para conmigo; que sea la duda quien diga las últimas palabras que tú ya no dices.
Déjame con la sapiencia, al menos, de que alguna vez me has querido.
Antes que el sabor más amargo fecunde su aroma por el túnel de tus piernas, que el fuego se suicide ahogándose con su propio humo, antes que me muera de sed porque no me des de beber de tus labios, que las cicatrices de mis madrugadas no duerman contigo, que la desilusión divida entre dos mi mundo y tu mundo. Antes de que me quede con las ganas de ver como el mar no se acabará mañana.
Déjame con el secreto que amarra mi boca para que no diga nada.
Déjame a solas con el silencio.
Antes que las verdades pregunten porque a veces he mentido, que las noches apuren para siempre el bonito recuerdo de lo que un día fuimos, que el deseo sea la medida de todas las cosas, que las excusas ganen primero la batalla, y luego la guerra.
Ahora que tan cerca te tengo, tan cerca te siento y tan lejos te miro.
Déjame a solas con mi risa menguante, tu ausencia creciente y mi soledad más llena.
Antes que no sepa que decir, que los momentos se mueran de mala manera y sin hacer ruido, que mis ojos te vean pasar desapercibida.
Antes que me quede sin ganas de empezar de nuevo, y de nuevo me rinda; que encuentre un motivo para volver a empezar...
déjame que diga sin más dilaciones que para vivir sin ti hubiera preferido no haberte querido.
ENRIQUE ROJAS GUZMÁN -Chiclana-
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