Sabb bekbair:
Esta noche es noche de Reyes; y como tal, pese al frío intenso
que corta los pensamientos, quisiera pedirles un regalo especial. Me encantaría
pillar el gordo de una primitiva, que mi equipo de fútbol ganase un millón de
copas, que la cosecha de trigo de mi comarca sea la mejor de entre todas las
comarcas. ¡Pero no! Lo que pido esta vez no será para mí, sino para Lida.
Lida Hezzatullah ha nacido esta madrugada. Le dicen bebé
afortunado: con apenas dos kilos de peso, sobrevivirá a un mundo en el que no
se permiten tales ligerezas. Sus padres tuvieron la ocurrencia de acudir en
mulo a este hospital, donde hay algo tan extraordinario como unos sanitarios y
una incubadora. Ese detalle tan nimio le ha salvado la vida.
Se ve muy pequeñita, mucho más que cualquiera de mis sobrinos
cuando llegaron. Luce igual de preciosa.
Pues bien, queridos Magos, me gustaría que esa niña, y en ella
todos los pequeños de este país, tuvieran otra cosa aparentemente
extraordinaria: INFANCIA.
Me encantaría que su esperanza de vida fuera la de cualquier chaval español aunque, tal vez, aumentarla de repente en los cuarenta años que hoy les separan resulte un imposible.
Me encantaría que su esperanza de vida fuera la de cualquier chaval español aunque, tal vez, aumentarla de repente en los cuarenta años que hoy les separan resulte un imposible.
Daría cualquier cosa porque sus probabilidades de fallecer antes
de los cinco años no fuesen, como son, del 25%. Que la fiebre tifoidea, una
enfermedad cuya vacuna no vale más que una ronda en cualquiera de nuestros
bares, no asome a sus juegos. Que la polio, prácticamente erradicada de nuestro
planeta, no le deje coja. Que su perro no muerda con rabia, que su agua oliese
a cloro, que en su mesa hubiera siempre primer plato.
Cierro los ojos y pido para que nadie la discrimine por el mero
hecho de ser mujer, porque no se case adolescente con un anciano de
conveniencia, porque ninguno la humille si se enamora de la persona equivocada.
¡Qué bien si tuviera un trabajo digno, parques sin minas que desvelen su sueño,
asistencia sanitaria cuando tosa, voz y voto en las reuniones de vecinos! ¡Que
su casa de adobe luciera dormitorio, leña su estufa, tizas para la pizarra!
Me da que estoy pidiendo demasiado. E incluso puede que, cuando
regrese a España allá por el mes de marzo, Lida sea solo un nombre, una foto,
un recuerdo.
No sé... Hace mucho frío, si bien esa pequeña ha llenado de Magia nuestro corazón. Porque, sin duda, de magos es luchar así porla Vida.
No sé... Hace mucho frío, si bien esa pequeña ha llenado de Magia nuestro corazón. Porque, sin duda, de magos es luchar así por
Os envío un poquito desde aquí.
Ruz bekhair.
Manuel Cortés Blanco (Médico y escritor)
(Relato perteneciente a su libro
“Cartas para un país sin magia”, Ediciones Irreverentes)
No hay comentarios:
Publicar un comentario