El origen de la repetición
Se retuerce en la alfombra. Sus raptores se miran entre sí. Le dan unos minutos para que se incorpore. No se lamenta ni grita, transita los tormentos con entereza y la mirada viva, como si planeara algo.
Lo dejan sin ropa y dormido, en el asiento del coche. Los caballos son dos figuras de acero y madera, que relinchan con el sonido de tic tac, tic tac. Avanzan en la noche hasta llegar al pueblo de las nubes, un territorio que bordea el río, cuyas casas voladoras, pequeñas y escasas, dibujan una capa espesa de humo. La brisa apenas es un murmullo entre los árboles gigantescos, interrumpida por los conjuros de la víctima.
Lo llevan despacio hacia el agua. Sólo una casa frente a ellos, comida por la oscuridad, es testigo cuando los hermanos lo toman del cuello para sumergirlo. Oyen un grito. Esperan impacientes, ya liberados del cuerpo. Una cara femenina aparece, desde el otro lado del vidrio. Rápidamente ingresan en la casa. No tardan mucho en dar con la mujer y su revólver. Uno de ellos cae herido, el otro hiere a la mujer en el pecho y luego cae, también inerte sobre el piso. Se oye el hechizo de un hombre.
Majo López Tavani(Argentina)
Publicado en la revista digital Minatura 116
DE FACEBOOK - 6740 - FOTOS
Hace 20 horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario