domingo, 12 de febrero de 2012

RELATO CORTO

La búsqueda

Cuando los autos despegaron, una fría neblina caía con la noche. Así que corrían el riesgo de estrellarse contra el primero que volara en vía contraria. La misión era sencilla: dar caza, si aparecía, a un Transition rojo que esa tarde, según los chivatos de la DNCD (Dirección Nacional de Control de Drogas), había sobrevolado El Capotillo dejando un fardo de supuesta cocaína de unos cincuenta kilos. Empezaba a lloviznar, y los puntitos opacos manchaban los cristales con su suicidio. Alfa2 y Alfa3 se mantenían en los flancos, mientras Alfa1 iba al centro, un poco adelante. Johe miró el radar, y trató de encontrar en él la señal de una matrícula extranjera, pero nada anormal apareció en el tablero: Quizá el sujeto no es un tonto, y se mantiene volando al ras del suelo para no ser descubierto. Pensó. Johe hizo parpadear las luces laterales del M306G que pilotaba, y los otros dos cazadores (modelos similares) estrecharon el cordón de búsqueda: Muchachos, no podemos pasar las doce millas náuticas, por lo que la Operación Atlántico ha terminado. Giraremos al noreste, y luego al sureste. Si no encontramos nada, MALA SUERTE. A este mensaje llegado por el canal Uno del radiotransmisor, Alfa2 y Alfa3 respondieron: Copiado Alfa1. Ahora la llovizna se había convertido en lluvia torrencial, de esas que en un santiamén invaden el cielo caribeño con sus emociones. Si no encontraban nada, pronto terminarían la búsqueda. En la pantalla del radar de Operaciones, en la DNCD, los automóviles que sobrevolaban las aguas azules eran tres puntos parpadeantes desplazándose sobre las olas crespas. Un fuerte ruido cortó la comunicación con los exploradores. Las luces en la pantalla dejaron de pestañear. El control de turno iba a informar del desperfecto en los aparatos, pero antes, para asegurarse que no soñaba, retrocedió la cinta magnetofónica. Lo que escuchó en ella aceleró sus pasos presurosos: ¿Qué diablo es eso, Alfa 2 y Alfa 3? ¿Lo ven?... Dios, parece la cara de Poseidón y se ve enfadado. ¡Nooo!… Al técnico le pendía el corazón de un hilo cuando echó a correr en busca del sargento de guardia.

Rodolfo Báez(República Dominicana)

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