PORTADAIndiferentes, clausuradas puertas,
hermanas del silencio y la derrota,
que desgranáis el tiempo gota a gota,
y estáis, al fin, como las horas, muertas.
Desde dentro debéis de ser abiertas,
con ese impulso firme que denota
aceptación del alma, nueva o rota,
cansada de rodar calles desiertas.
Tantas veces llamé, con esperanza
de oir los goznes gemir, pero la danza
de las horas no trajo ese gemido.
Alcanzarán mis pies otros umbrales,
de castillos, si no de catedrales,
siendo a trovar princesas admitido.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-
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