viernes, 6 de enero de 2012

ARTÍCULO

EL EX EDIFICIO DEL CABILDO
Por Juan Cervera Sanchís -México-

Las que fueran casas de Consistorio, o del Cabildo, y
donde se levantara el primer edificio comunal de la
capital de la Nueva España, en 1524, es donde hoy
están los edificios del Departamento del Distrito Federal,
que cierran por el lado sur la Plaza de la Constitución,
entre las calles de 5 de Febrero y 20 de Noviembre.
Ahí estuvo el solar que don Hernando Cortés destinó
para que se edificaran las casas de Consistorio, donde
estuvo la Alhóndiga, la cárcel de la ciudad, una carnicería
y la Casa de Moneda.
Se instaló ahí el gobierno municipal del primer alcalde
de la ciudad de México, que fue don Francisco de las Casas.
De aquellos primeros edificios hoy no queda en realidad
ni el recuerdo ya que en 1532 se les hicieron modificaciones.
Más tarde, en 1564 y, posteriormente, en 1582, fueron
sometidos a nuevas obras de albañilería. Todo ello contribuyó
a que fuese cambiando por completo su fisonomía original.
Así hasta que en 1692, a causa de un tumulto, siendo virrey
el Conde de Gálvez, el edificio fue incendiado. El lugar quedó
prácticamente destruido.
Tuvieron que transcurrir ocho años antes de que se iniciaran
las obras de reconstrucción el 3 de octubre de 1700 y veinte
para que se concluyera en su totalidad, 1724, el nuevo edificio
que hoy conocemos.
La fachada del mismo, en estilo barroco sobrio, tenía como
detalle principal doce arcos de medio punto en el piso alto,
que correspondían a una galería o corredor que daba sobre la
plaza.
En 1910, poco antes del centenario de la Independencia, el
Gobierno Federal decidió hermosearlo. De nuevo se modificó
su planta. Ello de acuerdo con un proyecto que presentó el
arquitecto Antonio Rivas Mercado. Fue entonces que se le
agregó el segundo piso.
Fueron eliminados los arcos antes citados. En cada uno de
ellos quedó un balcón.
En 1934 se puso la imponente y señorial escalera que hoy
podemos admirar en su interior.
El edificio inicial del Cabildo, o Ayuntamiento, según
describen los crónicas, era una construcción muy amplia,
con un piso alto, en cuyos extremos, limitando la fachada
principal, había dos imponentes torreones.
Durante el motín de 1692, del que ya hemos hablado,
estuvieron a punto de quemarse los archivos ahí existentes.
Fueron salvados gracias a los esfuerzos hechos por el sabio
e ilustre hombre de letras don Carlos de Sigüenza y Góngora.
Durante la época virreinal pasaba frente al edificio una acequia
cuyas aguas continuaban hacia el oeste por la avenida 16 de
Septiembre. Esta acequia o canal era tributaria de una mayor
vía de agua, que corría por la avenida San Juan de Letrán, hoy
Eje Central, que entonces era como un gran río.
Hasta 1930 se le conoció como Palacio Municipal. El nuevo
edificio, más moderno, del Departamento del Distrito Federal
que se encuentra situado entre las avenidas Pino Suárez y 20
de Noviembre corresponde en su colar a las casas que en el
siglo XVI existieron ahí y que fueron conocidas como de
Doña Marina y del mayorazgo de Guerrero y de la esposa
del tesorero Alonso de Estrada.
Daban los portales de dichas casas a la acequia y en ellos
estaba el Mercado de las Flores, al que se le llamó también
Portales de las Flores.
En 1942 se comenzó a edificar el nuevo edificio que hoy
conocemos.
Al abrirse las zanjas se hallaron ahí un tlachtli o juego de
pelota, un chacmool, estatua de piedra recostada sobre las
espaldas, que representa un hombre que sostiene, sobre su
vientre, generalmente un disco, y otras importantes piezas
arqueológicas.
En nuestras visitas, en plan de turistas locales al Zócalo,
es obligatoria la contemplación de estos edificios, y un
acercamiento a su historia, con el fin de conocernos mejor.
Respecto a lo sucedido en 1692, cuando se levantó la gente
y quemó el edificio hay que decir que se debió al hambre
que padeció la ciudad de México a causa de las malas
cosechas y también a la mala administración.
Ello enfureció en extremo grado al pueblo, que lo impulsó a
levantarse contra las autoridades, aunque, ¿qué culpa
tenían los edificios público de todo ello?
Ninguna, pero la historia está llena de locuras y contradicciones,
¿no crees tú, lector amigo?

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