lunes, 20 de mayo de 2019

SEPIA


Era sepia el abalorio de aquel triste poema
sepia su cuenco,
sepia su cielo.
El poeta lloraba su pena profunda,
sus letras caían en solitarios lamentos
enredadas en la finita evocación
de sueños acribillados.
De la espesura brotó un hoyuelo,
sepia la zanja,
sepia el silencio…
La noche callaba tras el púlpito
de su agonía,
el dolor le rasgaba la esperanza y el poeta,
¡Respondía y escribía!
… pero los verbos que antaño gritaron,
ya no vivían.
Hojas de otoño morían
tiznando el pergamino de sus horas,
la bruma infame escarbó en sus ojos
dos vasijas vacías,
hogar de párpados temblorosos,
embarcación de hostigados extractos.
¡De noche se hizo!
El viento zumbaba,
el espejo acobijaba
la pesadumbre de mil espectros
y ¡Hasta luna se fue!
lastimada porque el poeta
no la veía.
Únicamente gemía
doblando la espada de la soledad,
colgada tal fusil
en el péndulo
de su mirada.
El rubor de pájaros malditos
arribó al salón del holocausto
y el poeta que gemía,
tan solo
escribía
y escribía.
De sepia, el ataúd,
de sepia, su sepelio,
de sepia,
el cementerio.

Scarlet C

No hay comentarios:

Publicar un comentario