Pasan los segundos sin tregua
acumulando alegrías y penas
en el vacío que satura mis manos,
se va consumiendo el cigarro
descosido en una madeja
de vapores destemplados.
Ya no puedo cortar las cuerdas
ni detener el reloj en su esfera,
muere el tiempo que ha pasado
y aquel que aún es nonato
tan solo el temor despierta,
no sé si te seguiré buscando.
Pero sé que seré enterrado
junto a otros olvidados,
cubierto de la implacable tierra
a la espera de otra espera
que aguarda a los condenados
que en su deber la alimentan.
No ha de quedar un rastro
que deje huella en mi pasado
a pesar de mi conciencia,
de estos labios que no besan
a pesar de haber besado,
a pesar de la promesa
que sin saberlo, me ha engañado
y ahora debo pagarlo...
siento que también, lo pague ella
y que el precio sea tan caro.
Luis Maria Saiz Laso
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