Cuando el cardo que esté, a la vera del
camino te punce, no lo maldigas ni lo
pises; mas bien acarícialo, que ese soy
yo, tratando de llamar tu atención
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Lo más maravilloso que me ha podido
pasar, fue el haberme cruzado contigo,
pues desde ese entonces, te has
convertido en mi clareada aurora
y por ende, en la luz de mis ojos.
JUAN REYES MEDINA
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