domingo, 21 de octubre de 2018

ÁNGEL TRAICIONERO


Llegaste como cálida brisa del sur.
Bálsamo para el frío que calaba mis huesos.
Despertaste en mí un hombre nuevo
y mi alma reclamaste desde el primer encuentro.

Te volviste el norte de mi brújula,
Tras de ti hasta el fin del mundo fui, contento.
La energía que radiaba de tu centro
de mi ansioso corazón era el sustento.

Pero todo era mentira, era un tormento.
Resultaste ser un espejismo en el desierto.
Fui sólo un caprichoso experimento.
Un tonto niño al que deslumbraste; pobre ingenuo.

¿Por qué llegaste, Laura, hasta mi infierno
y me ofreciste redención a medio término?
Hubiera preferido perder mi alma sin remedio
a tenerte y perderte, mi ángel traicionero.

Yolanda Betancourt

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