miércoles, 5 de octubre de 2016

EL EMIGRANTE


Al pájaro de acero ansioso entró
dejando ojos llorosos, suplicantes
confiados en que el sueño alcanzaría.
En sus alas llevaba la ansiedad
del piloto que al aire se remonta
bajo el embrujo del espacio ignoto.

Aquí al edén de promisión venía
con su valija de delirios llena,
colmada de ilusiones y de sueños;
un mapa de caminos promisorios,
y un corazón henchido de esperanzas.
Se había deslumbrado al escuchar,
¡historias bellas de La Gran Manzana!

Mas al llegar a la Babel de Hierro,
un aire de tormenta impío y cruel
destrozó la valija de sus sueños,
y sus  alas quebró con impiedad

Con pavor vio sus cielos derrumbarse,
sus proyectos volaron cual las hojas
de un otoño agresivo, despiadado.
-Mejor, regreso a saborear - se dijo-,
los dulces frutos que en mi huerto en ciernes
por seguir  tras la  mágica entelequia
en ardor delirante abandoné.
¿Por qué ambición mi tierra yo dejé,
-abismado y dolido se inquiría-,
sin darme cuenta que feliz yo era?

Cabizbajo, doliente, derrotado,
volvió a la tierra compasiva y fiel,
que amorosa aún guardaba sus jacillas.
Un grito estremecido se  escuchó,
en el confín de aquel terruño amado,
que enternecido recibió su aliento;
al pródigo envolvió con un abrazo,
y le dijo amoroso: “Has vuelto, hijo;
ésta fue la parcela que la vida,
con amor te asignó para amelgar.
Cultívala feliz, y  arranca de ella,
los tesoros que duermen soterrados;
la críptica raigambre de tu ancestro,
yace enterrada aquí, bajo este cielo,
y los ombligos de tu raza están
¡bajo el suelo en que  pisas y aún te esperan!”

Poema del libro BARAJA DE POEMAS de  Leonora Acuña de Marmolejo      

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