Y se hizo silencio,serpentino silencio
de las murmuraciones,
cuando justo fue la hora de elevar más alto el verbo
de abrir las cuerdas húmedas del llanto
hora del grito destemplado, del puñal en la voz
hora del procaz, del gran poema mural y subversivo.
Pero se hizo silencio: cautas palabras en tono milimétrico
midiendo las vocales para que no se advierta la indignación aérea
llameante y necesaria como un gesto de locura
contra aquellos gigantes que simulan molinos.
Silencio de tantos tiempos náufragos
silencio de las bocas negando las palabras
que truenan por salir demenciales y atónitas.
Pero qué verbo contra el cauto misil
qué amor contra la sangre derramada
qué verdad contra el muro poderoso
de cáustico oro negro que otro Midas disputa.
¿No han oído los llantos de Raquel en Ramah
llorando al degollado por Herodes
¿No han visto la nieve gris de Berlín delatando los hornos,
la peste las hogueras, el potro donde callan los mártires
por siglos en variable de torturas?
¿Los vuelos de los ángeles arrojados a río
dormidos en siniestra eternidad de ajena muerte
mientras vivan los coros de los siglos:
“Pan y circo para el pueblo de los párpados caídos
de las bocas abreviadas, del corazón regulable como un despertador
puesto en hora precisa,un minuto después de la barbarie.
Y se agolpan los sueños del poeta
contra el muro sin virtud de los lamentos
y un niño rasga el mundo en sus costillas
denunciando la muerte del corazón del hombre
¿Vale más decir trecientos o un millón o dos mil
en el templo fugaz de la inocencia?.
¿vale decir en números el dolor que se in-numera
en un hueco tan hondo que el abismo no avista?.
Cómo habremos de nacer cuando nos han matado las fibras iniciales
y las plumas del nido arrebatado son el mayor legado de todas las proezas
que han pactado los doctos de la historia
cuando secan los ríos de las lágrimas
para volver carne desnuda al visceral desierto.
Cuando se ha hecho silencio
porque ha de hacerse silencio
para que no exclamen de nuevo los de siempre:
_Padre mio por qué me desamparas_
y no crezcan las culpas en la voz de los parias,
y no expliquen el mundo los sabios inocentes .
que no vaya a romperse nuestra santa armonía
con el verbo salvaje e inaugural de un niño.
MARTA OLIVERI -Argentina-
Publicado en Gaceta Virtual 117
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