DÉJAME que me deprima
que me arrope en la oscuridad
de los días en que se liquidan amapolas
en el temporal de los niños
Deja que me abrigue en la fortaleza de los vientos
que laceren más mi piel en la angustia
de tus pasos bajo el eco del mañana
Déjame alma de mi alma abrazar
al torrente clandestino de tu cuerpo
cuando llegue a casa niégate la despedida
Déjame debatir al horizonte baldío
en los tiestos de irreparable lodo
que conforma hoy mi casa
Déjame soñar en las celdillas de la tierra
en los pájaros ausentes por su canto
por temor al mar blasfemo de estos días
Deja amado mío que la luna
se mezcle en la nostalgia de segundos
que me entierre en el crespón de algún rosal
que me funda en el cálido
y presumido torrente de la lluvia
Déjame la tristeza no lastimes más su herida
ella quedó abierta cerca al templo donde
se cultivan las cuentas de un rosario en carne viva
Déjame mi cielo, mi amado amante
deja que me funda en el silencio de las sombras
sin tu aroma, sin tu forma yo no sé vivir
Deja que me sepulte en la nieve
mientras el sol se ausenta otra tarde más
Deja el llanto sobre el mundo en llamas
la escarcha de tu boca en la fragilidad
de mi cuerpo… en los aires que soporto
cerca al frío esquema de la piel herida
déjame amor… otros besos
que muerdan el delirio de tu nombre...
Silvia Ortiz
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