siguiendo una dinámica sin freno;
el hombre es su enemigo, y el terreno,
y a ambos persigue su desconfianza.
Es cólera, y deseo de venganza,
mirando en rayo y abroncando en trueno,
capaz, tal vez, de administrar veneno
a quien desequilibra la balanza.
Y tantos la hemos desequilibrado
desolando el paisaje que, heredado,
de otras generaciones recibimos.
En armas se alza la naturaleza
contra quien ha robado su belleza,
y todos, bueno y malo, lo sufrimos.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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