A todos los héroes que les llaman ahora basura espacial
La robótica es un caldo de estrellas,
Llena de somorgujos metálicos,
Que descienden en las lluvias,
Y pican cósmicos cereales.
Ahí, en los capullos especializados, se funden nuestros hijos,
Herederos de la vieja épica.
Eclosiones de metal en esterilizados úteros.
Nacen como héroes,
Con los músculos tonificados,
Y las manos capaces de empuñar acero.
Cómo no decirles nuestros hijos,
Si nosotros
Ya no sentimos.
Ni el toque,
Ni la vida,
No somos.
Algo les dimos a ellos
Que nos dejó vacíos.
Sin vida, sin toque.
Eso me digo,
Al dormir.
Ahora la robótica parte,
Nos ve desde el tren que se pone en marcha.
Corremos para alcanzarla,
¿Se voltea para vernos,
A través de la ventana?
El tren se eleva y rompe una tenue capa de leche,
Cual cuchara de niño en el cereal.
Adiós, hijo, Adiós.
Queda esperar.
Más allá de hoy, del mañana,
Frotarnos las palmas hasta que se amoraten de sangre.
Ébano de derrota de Dédalo, pasividad yerta y cobarde.
No del aire estratosférico de Ícaro.
Porque los griegos nos mintieron,
Todas las estrellas son un sol.
Rui Caverta (México)
Publicado en la revista digital Minatura 124
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