Algarabía en el patio escolar tras el muro que lo separa de la vereda, por donde camino atento al barullo. Todos los niños –la muralla no me permite verlos– gritan al unísono pasalapelota aycorré daleluisita y chillidos de sorpresa, alegría de la ronda y esa estridencia y las carreras hasta una raya blanca pintada sobre los mosaicos elúltimocoladeperro ganéyonovale ¿ysijugamosalasestatuas? Cortomano cortofierro, sosmalaeh? Atraído por el bochinche infernal me empino y miro por encima del antipático muro divisorio. Veo un patio desolado, una escuela en ruinas
Jorge Ariel Madrazo -Argentina-
Publicado en la revista Ficciones Argentinas
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