miércoles, 20 de febrero de 2013

PAZ


Mástil, palabra abierta que crea su
espacio, sin traicionar el silencio, para ser pan
entre las vicisitudes de la piel
me sostienen las piedras de Pan de Azúcar
con sus cálices verdes y purpúreo collar de rocío,
con su deseo como telar de pescadores hacia el mar.
El velero que palominó
entre la blanca sombra de una plaza, gris como la tumba,
vio partir el alma que luchaba por un mundo mejor, aquél
de plumas blancas
y tinta pura en las sangrientas venas
como si con esto, y el resto,
el con el mástil de la página,
se alentara el corazón con aire de mar
este pequeño lienzo es una nueva capa de piel,
es canto y revuelta como son todas las flores;
con ellas devoro el ladrillo de este castel
de tambores, para afinarme el camino
entre voces, entre páginas y páginas,
lápidas encendidas para nunca olvidar
que nadamos en océanos volcánicos
en veleros grises, celestes, blancos, dorados como la curva
de una mariposa
y más allá, la luz de mi vientre:
sol, arena, azul,
como si
fuéramos estelares raíces de agua, crisálidas, a pesar de todo,
gracias a todo,
seguimos aquí con este deseo que da sentido a los vientos--mi aliento
que busca tu aliento--transformado en herencia, el futuro final de todos.


María Figueredo. Uruguay-Canadá
Publicado en la revista Oriflama 21


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