Según titula un cable de PL fechado en Washington, “Obama pide medidas decisivas para evitar masacres en EE.UU como la ocurrida el viernes en una escuela primaria de Newtown, Connecticut.”
El cable continúa recordando que “Cuando se cumple el aniversario 221 de la aprobación de la Segunda enmienda a la Constitución de Estados Unidos, el país se vio sacudido por la trágica muerte de 20 niños y seis adultos a manos de un pistolero -suicidado después-, portador de varias armas que esa corrección legal reconoce como un derecho.”
El titular podría ser también “Otra masacre estadounidense en su territorio”, porque masacres protagonizadas por estadounidenses suceden casi a diario, en “algún lugar oscuro del mundo”.
Y si no es protagonizada directamente por norteamericanos, lo es por algún contingente perteneciente a sus aliados de la OTAN.
Las “Medidas decisivas para evitar masacres” son una “misión imposible” para el presidente Obama, pues la nación que él preside tiene, desde hace ya demasiado tiempo la filosofía y el método de la violencia, las armas y la guerra misma, como principal método de apropiarse de “lo necesario” para su “seguridad” y su “desarrollo” como potencia imperial.
El terrible ejemplo que dan las autoridades más altas de esa nación, cunde, indefectiblemente, entre su población. Allí se “cultiva” la pasión por las armas y por otra parte, se minimiza el valor de la vida; se valora a las personas por lo que tienen y no por lo que son y se crean monstruos, y los monstruos terminan matando a gente inocente, por ejemplo, niños de seis o siete años en un colegio o, niños pastores de cabras en algún país, lejos de los EEUU .
Entonces pasa lo que pasa. Vendrán ahora explicaciones de “expertos” en el tema, tratando de deslindar de responsabilidades a aquellos que la tienen, y llorarán lágrimas de cocodrilo. Pero por más que traten, no lograrán ocultar que están hablando del producto de una sociedad gravemente enferma.
Carlos Medina Viglielm
Publicado en la revista LetrasTRL 54
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