Me da pena esta pena
pena este desperdicio
esta triste llovizna de tus manos
que destiñe caricias
en tardes de la espera
detrás de la ventana.
Yo también estoy triste
tengo la melancólica costumbre
de irrumpir en otoño debutando en los parques
cuando mi soledad y la vigilia
se abrazan y murmuran.
Me duelen las palabras
como golpes abruptos
cuando la boca de la noche me succiona
y me volatiliza.
Atravieso su túnel en infinitas procesiones
hasta el altar monocorde de la nada.
Entonces te descubro lloviendo de vergüenza
debajo del farol de mis preguntas
sin ninguna respuesta de reparo
en la cruel intemperie del silencio.
Nos miramos, desolados e inciertos,
ninguno de los dos conoce la verdad.
Sólo un puente de niebla nos disipa
como una coartada.
No tenemos la culpa
ni somos inocentes.
OLGA LILIANA REINOSO
Publicado en la revista Movimiento Internacional de Escritoras
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