El lobo azul de la noche,
sin loba que acariciar,
contaba vivas luciérnagas
y aerolitos de cristal.
Azul de azules, el lobo
tejía y destejía un cantar
en el río del olvido
y en la memoria del mar.
El lobo azul de la noche,
ebrio de seda lunar
y dulcísimos ensueños,
se negaba a despertar.
El lobo azul de la noche
se sentía Estrella Polar
e inventaba el azul virgen
de la miel y de la sal.
Azul de azules, el lobo,
que había aprendido a callar,
sumergido en su silencio,
con Dios y en Dios solía hablar.
JUAN CERVERA SANCHIS -México-
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