martes, 26 de febrero de 2013

DISPUTA ESPIRITUAL


Lo veo. Siempre está allí, mezclado entre la gente, mirándome con esos ojos llenos de un amor raro. Recuerdo que su rostro era más alegre cuando yo era un niño, su faz se veía más luminosa y sonreía con mucha frecuencia. Ahora ya no sonríe, hace años dejó de hacerlo, pero siempre está allí, tras mis pasos, observándome con tristeza en los ojos.
Cuanto más triste está, más alegre se siente el sujeto que llegó cuando él dejó de sonreír; en un principio se acercó con timidez y, desde entonces, me impulsa con malévola insistencia a hacer lo que el otro se niega a aprobar.
Hoy los he visto enfrentarse, el de los ojos tristes desplegó dos enormes alas cuando el del rabo intentó atacarlo. Se disputan la paz de mi alma y de mi conciencia; en el fondo, ambos cumplen el trabajo para el que han sido creados. Me río, mientras hundo la jeringa en mi antebrazo y el dolor y los temblores comienzan a desaparecer…
Aun así, mi ángel de la guarda no desiste, sé que luchará hasta el fin por hacerme volver al camino correcto. En mi inconciencia, mientras me hundo en los laberintos de la droga sin la que ya no puedo vivir, veo a mi demonio personal sentado junto a mí, clavando más hondo la jeringa, riendo con perversidad.

Patricia O. (Patokata) –seud.- (Uruguay)
Publicado en la revista digital Minatura 124

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