Por fin construyeron el puente que uniría a los dos poblados.Una mañana apareció el cadáver de un hombre en la mitad de la calzada de piedra. Nadie lo conocía, pero los del poblado A endilgaron el crimen a los del poblado B y –como es lógico- los del poblado B hicieron lo mismo para con sus vecinos.Una semana después ya nadie cruzaba el puente.Las mujeres decían a los niños:-Ni se te ocurra acercarte; mira que los del otro lado son la mala gente.
Cristian Mitelman -Argentina-
Publicado en la revistas Ficciones Argentinas
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