En la luna llena de tu loco ombligo
yo puse mi lengua como perro hambriento,
me bebí tu noche, que emergió conmigo,
y llegué hasta el fondo de tu sentimiento.
Desperté la risa que te dio el abrigo,
conquisté la jungla de tu pensamiento,
y al sabernos juntos me escapé contigo,
donde no pudiese ni tocarte el viento.
Y en ese remoto paisaje que escondo
en estos bolsillos de mi ser desnudo,
do sólo el Supremo me sabe redondo,
me amarré a tu cuerpo con tan tierno nudo,
que nada en la vida parece más hondo,
que tener tus besos como pan y escudo.
Alaín de León, EUA-Cuba
Publicado en la revista Carta Lírica 40
No hay comentarios:
Publicar un comentario