miércoles, 4 de julio de 2012

GATITA


¿Dónde estabas, Señor, en el instante
de su muerte violenta, inesperada,
que no alzaste la mano en la calzada
controlando los frenos o el volante?

Esta gatita errática, ignorante
de aceras y semáforos, cansada
de buscar el regreso a su morada,
ya es sólo triste realidad sangrante.

Reventado su cuerpo, su alma al viento,
yace, insepulta, sobre el pavimento,
perdida, mas con alguien a la espera.

Me detengo. Recojo el cuerpecito
y, solemne y gentil, lo deposito
sobre la gris alfombra de la acera.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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