Sobre la inercia de la ausente vida
este miércoles tres, pasa de largo.
Nada deja de nuevo y, sin embargo,
ya comienza a doler su despedida.
Amaneció sobre la faz dormida
de la ventana y removió el letargo.
Luego avanzó con su arrebol amargo
y alteró la dulzura con la herida.
Día presente que te agotas tanto
–fugaz versión de senectud y canto –.
Cómo duele tan hondo tu partida.
Tal vez un Sol me cubrirá mañana,
pero tú no estarás en la ventana
recobrando un espacio de mi vida.
Gonzalo Espinel Cedeño, Ecuador
De su libro: Árbol con alas
Publicado en la revista Carta Lírica 40
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