2666
Por un rincón oscuro de la vida
llegaste a mí, tu alforja de promesas
reventando a la espalda. Desvalida,
mi alma te recibió. Y ahora regresas
por la misma vereda, en despedida,
fuego apagado, al aire las pavesas.
No diré que he heredado de ti el frío,
porque todo el calor es y fue mío.
2667
Mi voz te sigue hablando,
de noche, entre las sábanas; de día,
cercada por la turbia algarabía
del gentío vulgar bufoneando.
Te habla también, en leve ronroneo,
envuelta en los vapores de la ducha.
No sabría cesar su galanteo,
aun sabiendo que nadie hay a la escucha.
2668
Flotando voy, no sé si en agua, o viento,
o si en nube ligera;
dejándome llevar, en aislamiento
de cuanto asedia, impele o vocifera.
No sé a dónde conduce este viaje,
ni saberlo me importa.
Sólo quiero olvidar el engranaje
de esta vida, que ya no me conforta.
2669
En el silencio vivo,
pero tengo el clarín de mis poemas,
y me confieso con el mundo entero.
Hice a cada lector hijo adoptivo,
que al compartir mis temas,
libera a mi callado prisionero.
2670
Llegan besos lejanos,
de los que se desean en la boca,
mas tal vez destinados a las manos.
Sean, mujer, tus besos tan humanos,
que más que tibia te apelliden loca.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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