Por pasajes oscuros
pensamientos que nunca fueron puros,
vuelan en el viento
a la noche tiento.
Tras hojas caídas
furias de iras,
¿serás tu quien me lo pida?
Abandonar mi alma a la deriva.
Dejo atrás lo natural,
me adentro en lo inexplicable
en el diablo, no fiable,
la luz se retira dando paso al callejón mortal.
Alas marchitas,
unidas a caballos ebrios,
ahorcándose en el dolor que no me quitas,
perversidades entre ellos, besándose en el suelo.
Las hadas caen cabizbajas
desnudas y borrachas,
los pintalabios se han mezclado
en la excitación de su piel que han hallado.
Son todos juegos sucios,
magos con corazón de ron
fantasmas sin perdón ni don,
sonidos y quejidos.
Sigo por el camino
piedras hechas de vino,
camas de linos
deshechas por decapitados unidos.
En las paredes se reflejan las sombras,
de colmillos y firmas de sangre,
buscan la felicidad en ya inexistentes obras,
poseen su bebida, que ahora se derrama sin vida.
Por los helados pinos,
aguardan bestias,
luna llena en las tinieblas frías
para convertirse en el fin de sus días.
Dragones mercenarios,
esclavos de la bebida,
tatuajes en su pecho
siempre están al acecho.
En el más profundo hielo,
aquel que tapa el lago,
se esconden sirenas esclavizadas
vendidas para los deseos de diferentes espadas.
Todo escalofriante
musa reinante,
lenguas angelicales,
vuelvo a tocar al ángel triunfante.
Rubén Gutiérrez Gómez (España)
Publicado en la revista digital Minatura 118
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