Cierro unos ojos cableados.
Flotando en los mares de la inconsciencia
aguarda el titiritero,
—fiel guardián del portal—.
Reclama. Ordena.
Exige servilismo
en su guarida de cíclopes sangrantes
carentes de electricidad.
Amparado en las murallas
de mi propia crucifixión
rehúso,
intentando ahuyentar así,
el eje de mi destino.
Abro unos ojos cableados.
Sumido en las brumas del placer,
las lenguas bífidas de los recuerdos
me muestran,
tu nombre en llamas.
Natalia Viana Nebot (España)
Publicado en la revista digital Minatura 118
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