Líneas amarillas,
azules,
y blancas.
Señales de prohibición
que se me suben a los hombros.
Muñecotes que portan hachas y machetes,
y que me persiguen
por las líneas discontinuas de la carretera.
La misma pesadilla se repite siempre.
Intento huir de las líneas
y de las señales de prohibición
y encontrar un hueco para aparcar.
Por fin tropiezo con un hueco,
y me zambullo.
Pero es un rincón
que abre sus fauces horrendas.
Un agujero lleno de dientes
con caries y lenguas purulentas
que me quiere tragar.
Yo en el sueño acelero y acelero
y solo recuerdo mis ojos desorbitados.
Me van a atrapar.
Socorro.
Maldita pesadilla.
El sudor del miedo me ciega los ojos.
De pronto,
uff, me salvé:
suena el despertador.
Regreso a la realidad.
Gasolina,
pólizas de seguro,
arreglo de golpes,
molestias con el tráfico,
impuestos,
las letras del coche,
el préstamo...
Yo solo quería un sitio dónde aparcar.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
DE FACEBOOK - 6746 - INTENCIONES PARA 2026
Hace 14 horas
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