Una noche más…
Tres dirigibles habían caído en el último ataque de las avispas gigantes. Los hombres habían peleado con un valor inusitado, hasta que sus fuerzas y sus armas no fueron suficientes para detenerlas.
Serían recordados en otro momento de la historia, en un futuro cercano, una vez que la raza humana pudiese contener a todas las especies que habían crecido de manera anormal.
Jim Perkins sacó una petaca del bolsillo interior de su saco de pana y bebió un trago de ginebra. A pesar de que estaba caliente, le sirvió para soportar el dolor por sus aliados vencidos, y el olor nauseabundo que emanaba de la pira de ratas que tenía enfrente, la que pintaba de color rojizo a la noche que se avecinaba.
Guardó su bebida y revisó el estado de su escopeta, los cartuchos en sus bolsillos y las municiones que quedaban en el cajón de madera que tenía en el refugio.
Las sirenas de vapor sonaron en la distancia, indicándole a él, y a los otros combatientes que el ataque era inminente.
Con su mano derecha se afinó las puntas de los bigotes y pensó en su prometida, la dulce Lady Marion, que lo esperaba incondicionalmente en la dorada ciudad de York.
No tuvo tiempo para pensar en nada más. Unos bultos enormes y peludos aparecieron en el horizonte.
Al diablo con esos engendros-susurró.
Levantó la escopeta y la apoyó sobre las rocas. Lo único que deseó fue poder sobrevivir una noche más…
Fabián Daniel Leuzzi(Argentina)
Publicado en la revista digital Minatura 116
viernes, 3 de febrero de 2012
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