LLUEVE...
La mujer que humedece este poema,
me lleva el corazón bajo la lluvia,
la estruja, deja que gotee
su desventura
y no me lo devuelve.
Llovía a veces llovía
pero yo en tu cabellera
aprendi por vez primera
que no siempre el afua es fría.
La lluvia se parecía
a ti, porque sin aviso
llegaste sin compromiso
a jurarme: Yo te quiero.
Es por eso que febrero
no llueve sin tu permiso.
Cuando amanece tu piel
llovizna de ternura
el deseo se me apura
y desprende del cordel
nuestros sueños, un papel
que dice: ropa anterior
besos, locuras, temblor
de sábanas retorcidas
y mojamos nuestras vidas
donde no escampa el amor.
REYNALDO GIL GONZÁLEZ-Cuba-
jueves, 2 de febrero de 2012
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