Lentamente,
mirando a un lado y a otro
muchos recuerdos me asaltaron:
Los veranos de mi infancia,
los atardeceres de mi adolescencia,
los paseos de enamorado.
Parte de mi vida en aquellas piedras,
en aquellas arenas,
mariscando, jugando,
nadando, besando.
Pero hoy en mi madurez
he visto a un gato
rodeado de gaviotas
que picoteaban el cadáver de un pez.
Pescadores en la primera línea de rocas
tratando de llenar sus cestas.
Al fondo el mar que en unas horas
cubrirá las rocas, cubrirá la arena.
Un hombre alimenta a un grupo
de palomas que corretean tras él
devorando los granos de maíz,
mientras una turista hace fotos
para tener siempre con ella
este edénico lugar,
que a todos enamora,
que a todos inspira.
Lentamente,
no quería irme del paraíso,
no quería salir de La Caleta,
llegué a la puerta
donde Fernando Quiñones vigila
e invita a entrar al paseante.
JOSÉ LUIS RUBIO
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