viernes, 1 de marzo de 2019

SIEMPRE QUEDA UN VERSO POR ESCRIBIR


El parque está apagado,
el lago no pestañea,
los árboles lamen la soledad,
el reloj toca las horas,
los perros se vacían en la costumbre,
y le ladran a la niebla.
Bajo la farola,
el solitario bebe de su petaca,
y deambula, sin más,
él sabrá lo que esconde
en el verso que no logra escribir.
Sospecho que la noche
no templa la espera,
y los pasos se confiesan vulgares
en el atril del tiempo.

Consuelo Jiménez

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