El palpitar real de vida se ríe de Hollybood y Shakespeare. Escruta
cada acontecer de vida, cada instante real y experimentaréis asombro.
Veréis lo inenarrable como única realidad.
Mesalina, la Emperatriz; ganadora en competencias con prostitutas,
en veinticuatro horas continuas de entrega, atendió a veinticinco clientes,
quedando fresca como la rosa, mientras sus compañeras competidoras,
lucían exhaustas.
Ella, relámpago capas de propiciar tormenta al interior del Imperio;
cuando fue sentenciada a muerte por su esposo, el Emperador Claudio,
acudió al seno de su anciana Madre, con el ansia de encontrar nobleza,
alguna disculpa al horror.
Ella, la campeona en extravagancia, creyó protegerse al través de
temblorosas manos y un cuerpo escuálido, después de mancillar la
soberanía de un Reino.
Allí, frente a su dolorosa progenitora, fue traspasada por las espadas
de los Centuriones de la Guardia pretoriana Romana.
Esto es real, no narración fantasiosa y novelesca.
A la Emperatriz Mesalina, no la sedujo el gran Burdel de las cortesanas;
su sangre maleva la reclamó en el Lupanar.
Cuando a la belleza o fealdad en el interior de las personas, nos es difícil
interpretar el ¿por qué? de sus acciones, eso supera a la ficción;
y en nuestro pensamiento e inteligencia, somos objetos de especial interés,
y emitimos juicios amañados.
Según el pedestal donde te pares, tenéis libertad de acción e inmunidad,
o seréis desmoronamiento en tu propio reino.
Del Libro En las cartas que leía la Bruja de
OMÍLCAR CRUZ RESTREPO
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