sábado, 5 de enero de 2019

COLGANDO EN EL PATIO


En estos primeros días de enero, con una lentitud extraña,
encaminé mis huellas y bordeé caminos antiguos, volví, intenté
ubicarme en los comienzos de las llegadas, ponerme justo delante
de las sensaciones que luego me tocaron hasta llegar aquí, enterré
en la playa algunas cosas que me ataron, recogí conchas, guardé
agua del mar para colgar en mi sala, pedazos de troncos, caballitos,
recolecté espuma en botellas que he ido colgando en el patio, por
curiosidad, por ver su brillo todos los días cuando amanece el día;
casi somnoliento, esculpí en la arena, utilizando las algas, diez o doce
rostros parecidos, a lo que les agregué sin mucho pensar, coronas
con las tapas encima, de diferentes colores, hice fantasías, les dejé
los ojos en blanco mirando al horizonte, rebotando miradas, perfiles
perdidos allí como dunas en medio de la playa, sin ningún sentido,
por la pura inercia de los sueños;
construí un barquito desde los desperdicios, con su mástil, sus
velas de algas, tuve la paciencia de pintarle un círculo rojo al centro,
a modo de escudo, algo intimidante, y lo lancé al mar, oscilante,
saltando como un grillo, gigante, pareció romper con todo, abrirse
camino hacia un encuentro infinito con otros barquitos iguales,
lo vi perderse entre burbujas encantadas;
caminé de punta a punta sin ver nada, volviendo a todo, me coloqué
en tal lugar y luego emprendí los pasos usuales como si el mundo
fuera un lugar conocido, sin sorpresas, y al hacerlo, siempre con la
lentitud extraña de estas sensaciones, no lo pude lograr, estabas allí,
estabas allá, arriba, abajo, capté tu mirada paciente, la brisa de tu voz,
y me sentaste, me mostraste en directo nuestro mundo, sólo nuestro,
sin necesidad de reinicios, sin otras salidas, me dijiste que tu mundo,
así, quieto, callado y aparentemente mustio, es mío, ¿qué más?,
¿por qué no me miras a los ojos y despiertas?, yo te quiero, es corto,
simple y efectivo, yo te admiro cuando entierras cosas en el mar, cuando
guardas agua salada, cuando me dibujas en la arena, cuando me envías
barcos frágiles para saludarme, cuando me tatúas algas en el rostro,
como capitas de cielo que me tratan de esconder, me dijiste,
yo también sueño contigo.

POEMAS DE AMORES EN LAS DUNAS de Gustavo García Soto -Perú-

No hay comentarios:

Publicar un comentario