No intentes seguir a tu sangre...
no puedes frenarla.
Sus células tienen el color
de mis atardeceres
y buscan morir engullidas
por las noches que me acarician.
Si crees desfallecer
mientras tus ojos dibujan vertiginosas miradas,
quizá busquen ese verde inexistente
que se posó en los míos,
quizá les falte
para componer el arco iris que desean.
Si las manos te sudan,
si las manos te tiemblan,
es posible que aún mis palabras sientan,
tan lejanas,
tan adentro.
Si te acercas,
mis relojes se alteran,
suben mis mareas,
mi mente crea mitologías
en que tú eres diosa desterrada
y yo quizá anacoreta.
Deja que tu sangre me busque...
la mía espera.
JOSÉ MANUEL BARELLO
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