Limerente me buscaba en el halo del espejo,
Inefable, misteriosa y turbulenta,
me atisbaba en el sollozo del destino,
entre campos “verdorosos” y soleados,
en la sombra de la luz iridiscente,
como el aura fulgurante de mi mente.
Su mística mirada de luz irreverente,
sonsacó la ventisca de mi aurora,
y en la nívea nieve de los olmos,
me arrobó con su esencia fulgurante.
No era yo, no era ella,
era la princesa de los vientos,
prisionera en el castillo del espejo,
entre lágrimas y amores de desdejo,
inherentes en el sol de mi reflejo.
Llevo dentro mi castillo y mi reinado,
cual princesa de los soles y los vientos,
cual diluvio de las flores y los mares,
estrella luminiscente de la cavidad del alma,
y de las gubias sutiles del pintor del tiempo.
Hortencia Aguilar Herrera -México-
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