Dulce pestañeo,
breve
reteniendo paisajes
de ventanas abriendo
este mundo
que no puede tocarte,
trascendiendo
la idea material
que te define
como alada
circunstancia,
más que un golpe
en el tiempo
copo de nieve
albo y efímero
desangrado
del tejado carmesí,
gota perfecta
que derramó circunferencias
sobre el verde prado
en su caída
como Ícaro sin sol
en su retorno alado.
Suave pestañeo
de tus ojos
aventando
quién sabe qué tormentas,
desatando
la prisa de atrapar
esos momentos,
tan lejanos
que no pueden
ser seguidos
por las almas
ordinarias.
Y sigo preso
de tu aliento,
navegando
cara al viento
en la burbuja
palpitada
de tu pecho,
es la pena
que has dictado
por haberte
sorprendido
en el dulce
pestañeo,
que he hurtado
en un instante
descuidado,
de tus labios.
José Luis Gareis -Argentina-
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