Hoy les traigo de regalo
un concierto de mirlos
y
turpiales,
de alondras
y
canarios
y
los trinos melodiosos
del pequeño ruiseñor;
para que hermanados celebremos
la llegada del año que acaba de nacer,
armonizando de natura
su festivo despertar,
en medio de las fantásticas tonadas
de arpas
y
violines
y
los voces infantiles de un coro angelical.
De mi parte
reciban un abrazo de ternura,
un torrente de alegría
y
mucho más,
como es la volátil esperanza,
que todos los países en conflicto...
por fin logren la paz.
No importa la tristeza
y
los constantes altibajos;
incineremos para siempre la envidia,
la avaricia,
el rencor
y
la amargura,
en la pira del ayer,
para que anide nuevamente
cual pichón en nuestras almas...
la dicha
y
el amor;
disfrutando alborozados
la floración de la alegría,
con su alborado renacer;
logrando que germine la vida
y
las sonrisas nos nimben de eufórico fulgor,
desterrando sin reparos...
el llanto
y
el dolor.
Gerardo Carrascal Santiago -Colombia-
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