Escribo unas palabras.
Recojo alusiones de grillos.
Rumor inútil de viento flojo
que erosiona la piedra.
Criptogramas de remotísimos pueblos
con señales indescifrables.
Siglas olvidadas
en la profundidad del tiempo.
Hoy, ahora, hogaño…ya,
en este instante,
estrofas rondan las paredes,
rasgadas por atrevidas uñas
que reptan como bichejos
de mala letra.
¡Oh, devorado espíritu!
Arde el fuego,
el alma en llamas.
El sonido sin sonido,
¡clama!
Y la solitaria hoja
cae triste en la hoguera.
¿Qué hago aquí?
Todavía huelo a la cal de los muros,
a los nichos de los muertos,
a los silencios enterrados
en blancura veteada
que condena al verso
a ornamento.
Mano de hueso y carne,
tu finitud por un instante
se vuelve selva condenada
a ser o no ser criticada.
Sólo tinta en grava.
Ana María Lorenzo -España-
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