miércoles, 27 de abril de 2016

SIEMPRE NUNCA / EVOCACIÓN


SIEMPRE  NUNCA

El  árbol de la luz
extendía  su  sombra
y  la sombra del árbol  de la luz
nos envolvía  de dulce  contraluz.
Tú  mi árbol. Mi sombra tú.
Yo el soñador soñante bajo tu bello árbol
y  la  amorosa sombra de tu  luz
imaginando  vidas por  vivir
en el radiante tiempo de  la  vida,
y  a  la radiante  sombra  de la  vida,
donde la muerte  no ha  existido nunca
ni existirá jamás  y  el  amor  lo es todo
por  jamás siempre y siempre  nunca.

EVOCACIÓN

Cuando  bastaba un soplo
para  apagar  la  vela  o el candil
y eran las noches  largas
y  se  oían  los  ásperos
ladridos  de los perros
y  crujían  las puertas,
y  el aire se filtraba por las viejas  ventanas.
Cuando  aquello que fuimos y dejamos de ser
era lo que  teníamos  y  era  todo lo que teníamos,
y  el  candil y  la vela  eran  parte real,
muy real,  muy real de  nuestras  vidas;
y el misterio que eran nuestras vidas
era  tan seductor como los  aerolitos,
y  el aro de la luna y  el rayo  y la  tormenta,
y  nuestra  fe  en los ángeles
y  nuestro ciego  miedo  a  los  fantasmas;
y  la  palabra  madre,  en mitad de las sombras,
era, una  vez  y otra vez,  por si misma,
nuestra  segura  y  bella   nave  de salvación.

JUAN CERVERA -México-

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