SIEMPRE NUNCA
El árbol de la luz
extendía su sombra
y la sombra del árbol de la luz
nos envolvía de dulce contraluz.
Tú mi árbol. Mi sombra tú.
Yo el soñador soñante bajo tu bello árbol
y la amorosa sombra de tu luz
imaginando vidas por vivir
en el radiante tiempo de la vida,
y a la radiante sombra de la vida,
donde la muerte no ha existido nunca
ni existirá jamás y el amor lo es todo
por jamás siempre y siempre nunca.
EVOCACIÓN
Cuando bastaba un soplo
para apagar la vela o el candil
y eran las noches largas
y se oían los ásperos
ladridos de los perros
y crujían las puertas,
y el aire se filtraba por las viejas ventanas.
Cuando aquello que fuimos y dejamos de ser
era lo que teníamos y era todo lo que teníamos,
y el candil y la vela eran parte real,
muy real, muy real de nuestras vidas;
y el misterio que eran nuestras vidas
era tan seductor como los aerolitos,
y el aro de la luna y el rayo y la tormenta,
y nuestra fe en los ángeles
y nuestro ciego miedo a los fantasmas;
y la palabra madre, en mitad de las sombras,
era, una vez y otra vez, por si misma,
nuestra segura y bella nave de salvación.
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